domingo, 11 de diciembre de 2011

El equipo es el mismo, pero el juego es otro Por Enrique Szewach

La economía internacional y la situación interna requieren de políticas que no se ensayaron en las gestiones anteriores de Cristina y Néstor Kirchner, con lo cual la solución no puede ser idéntica.

LA M$NEDA Medio de Difusión, Vinculación y Promoción de Productos y Servicios, Con la Opinión y le Análisis de referentes de la Economía como el periodista Enrique Szewach difunde aquí la Nota editorial publicada en Perfil el 10/12/11

“La Presidenta ha designado al equipo que la acompañará en su segundo mandato.
Quedó claro que no habrá cambios de “estilo”. Por el contrario, más que nunca, el Gobierno seguirá concentrado en una sola persona, con poder pleno y sin control de los otros poderes. Un Congreso escribanía en el oficialismo y declamativo en la oposición. Un Poder Judicial con escasa independencia y con una Corte Suprema que, si bien ha mostrado un grado de activismo elogiable en algunos temas como los vinculados al medio ambiente, por ejemplo, carece de capacidad y voluntad de hacer cumplir sus fallos. Asimismo, se profundiza el control sobre la prensa independiente (resulta altamente probable que se avance en la limitación de las importaciones de papel para diarios y en el intento de expropiación de Papel Prensa), mientras se usan fondos públicos para seguir financiando a socios privados en la compra de medios (política poco exitosa, dicho sea de paso, a juzgar por las mediciones de audiencia y las tiradas de los medios oficialistas).

Este es el contexto institucional en que comienza el nuevo período presidencial.
Este marco, ya de por sí, resulta limitante del crecimiento económico genuino y de la mejora de la calidad de vida de la población. Los países que encabezan el ranking de desarrollo humano poseen un mapa institucional bien distinto.

Pero además de este grave deterioro, la Argentina enfrenta problemas económicos serios.
En efecto, ya ha quedado claro el fracaso de la política energética de estos años. La producción de petróleo y gas y las reservas han declinado de tal forma que del autoabastecimiento y la exportación de excedentes hemos pasado a la importación creciente. Y la política de subsidios indiscriminados al consumo se ha tornado fiscalmente insostenible, mientras alienta una demanda artificialmente elevada tanto de energía como del resto de los bienes y servicios (precios bajos de la energía y el transporte es más derroche y más ingreso disponible para otros consumos).

Este fracaso ya lo ha reconocido el Gobierno, parcialmente, al eliminar de manera desprolija y desordenada el esquema que regía hasta ahora, aunque sin explicarnos el destino de los fondos que ahora recibirá (total, como somos “un país con buena gente”, no hace falta dar explicaciones). Todavía falta, sin embargo, empezar a dar precios a los productores locales de energía para que inviertan en serio. (Si es que eso alcanza, dado el marco institucional comentado). Es decir, todavía falta el “verdadero aumento” de los costos energéticos (se podría destinar parte de la recaudación de la eliminación de subsidios, al menos en una transición).
También ha fracasado, obviamente, la medida de no tener un Banco Central operacionalmente independiente. La tasa de inflación es elevada para los estándares internacionales y competitivos actuales (tanto la oficial como la de las provincias y la de las silenciadas consultoras privadas). Y las reservas de libre disponibilidad que “atestaban los pasillos del Banco Central”, se han acabado y se ha puesto fin a veinte años de libre convertibilidad entre el peso y el dólar. Ni estabilidad nominal ni dólares en las reservas. Ni más depósitos a largo plazo en pesos.

Ni más crédito a largo plazo en pesos, salvo para unos pocos.
Por su parte, la política de ingresos ya se reconoce insostenible. Han pasado las elecciones y, ahora, ya no se homologan convenios colectivos con 30% de aumento y se busca desesperadamente un “pacto social” para frenar a los sindicalistas y moderar la pérdida de competitividad de la economía argentina.
Pero todos estos problemas surgen por el error mayor de estos años, el reemplazo de la macroeconomía por las políticas sectoriales, el caso por caso, y la policía.
Sin política macroeconómica, los desequilibrios que hoy, finalmente, han salido a la superficie continuarán. Porque son desequilibrios macroeconómicos. De gasto agregado. De política monetaria y fiscal. De política cambiaria, etc.
Exportar maní para importar autos no soluciona el déficit de cuenta corriente. Como controlar precios no evita una elevada tasa de inflación.
Dicen que equipo que gana no se toca. Pero ahora hay que jugar otro tipo de juego. Hay otro escenario internacional, y los problemas locales ya no se pueden esconder.
Hará falta buena macro, además del ingenio comunicacional”

No hay comentarios:

Publicar un comentario